Translate

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Lo que dicen los silencios





          Ojalá algún día alguien me ame como yo te amo a vos. Ojalá, si algún día llega esa persona, ojalá toda esta mierda no me lleve a arruinarlo. Es decir, a hacer lo incorrecto con la persona correcta, después de haber hecho lo correcto con la persona incorrecta. ¿Cómo hacés? Explicame cómo se le miente tantas veces a la persona que se ama. Si es que alguna vez me amaste, claro. ¿Me amaste alguna vez? No... Vos no me amás. Nunca me amaste. Sólo me idealizaste, y después te acostumbraste a mí. O al menos eso estoy sintiendo estos días, hace días, en realidad, semanas, o tal vez meses, mucho antes de nuestra última pelea. Tal vez debí dejarte a la primera mentira... Pero no, confié en vos. Confié en que no volverías a hacerlo. Deposité toda mi fe en vos. ¿Qué confianza mayor que seguir esperando que la persona que te miente algún día deje de hacerlo? Y vos que me hablás de confianza... Cuánto te falta, amor. Cuánta vida, cuántos daños, cuánto crecimiento te falta. Pero aún así, yo no puedo pasarte por alto y hacer de cuenta que no existís. Jamás podría. Deposité mucho de mí en vos, aunque tal vez nunca logres verlo, ni valorarlo. No puedo fingir. Vivo esperando tu llamada, tu mensaje, tu visita, y nada... ¿Cómo hacés? Ojalá yo pudiera.
          Cada vez que siento el deseo inexorable de volver a hablarte, de dejar toda esta farsa de amor propio de lado y de volver, una vez más, a buscarte y dar por hecho que jamás vas a ser vos quien ceda y logre vencer el orgullo, vuelvo a toparme con alguna de tus trampas, en alguno de nuestros chats viejos, o revisando nuestra historia. ¿Por qué me mentiste tantas veces? ¿Tan naturalizada está para vos la mentira que la tomás como algo totalmente leve e inocente? ¿Quién te enseñó eso? ¡Qué pena que mientas tanto! Y vos que te preocupás por los defectos superficiales... Si supieras lo horrible que te hace mentir y ser orgullosa... En fin.
          ¿Cómo hacés? Explicame cómo hacés para no desvivirte por mí como yo lo hago, cómo hacés para lograr mantenerte así de firme, tan rígida, tan distante, tan fría... ¿Amor propio? Para nada, eso es orgullo puro. Amor propio es amarse a uno mismo, luchando por lo que a uno le hace bien. Lo tuyo siempre fue orgullo. ¿Cómo hacés? Cierto, vos no me amás. Me convenciste de eso estos días. No te importo nada. ¿Cómo hiciste? Claro, jamás te fuiste de tu mundo, jamás lo dejaste por mí. Y por supuesto, yo sí me fui del mío, y ya no sé volver. Vivo en alguna dimensión donde todo está relacionado a vos. Miro las películas que a vos te gustan, escucho la música que vos me enseñaste, vivo pendiente de vos, y ya no sé qué hacer. No quiero otra atención, quiero la tuya. Te quiero a vos. Pero quiero que seas la Camila de antes, o mejor. ¿Existe esa Camila? ¿Existió alguna vez? Sólo Dios lo sabría, si es que existiera. Pero mi Dios sos vos.
          Sé que podría olvidarte, sé que podría hacerlo como sea, podría intentarlo, podría irme con otras. Pero no quiero hacerlo. Me dejaste sin ganas de conocer a nadie más. Y es irónico que seas tan común y que yo te vea tan especial. Y pensar que cualquier idiota que coincida con tu target y te endulce el oído con palabras podría tenerte en la cama cualquier día de estos. Vas a olvidarme, seguramente, igual que olvidaste a otros, sin siquiera saber qué pasó. ¿Qué pasó? El orgullo pasó. Fingir durante días que nada pasaba, que el otro no existe, hasta que un día, de repente, ya no hay nada entre los dos. Y así llegan nuevos amores, como yo llegué a vos. Vas a olvidarme como a cualquiera, porque empezás a olvidar desde el día cero, sin darte cuenta, actuando con indiferencia, siguiendo tu vida como si nada... Desearía que jamás te resignaras con nadie, pero sos tan predecible que lo más triste es que algún día vas a resignarte con otro como no lo hiciste conmigo. Desearía de verdad que algún día tengas una relación perfectamente sana, como vos supuestamente lo deseás, donde todo sea color de rosas y no te lleves ninguna decepción, ni tengas que ocultar o mentir, pero en esta vida, en este mundo, en esta realidad, dudo que eso pase. Cuánta experiencia, cuánta evolución, cuánto te falta, amor mío.
          ¿Vale la pena? De verdad, ¿vale la pena todo esto? Me estás dejando ir... ¿Realmente es lo que querés? ¿Esperás que sea yo quien vuelva? ¿Tanto vale tu orgullo? Yo no voy a volver, pero la vida es demasiado corta para andar esperando a alguien toda la vida, y más si es alguien que demuestra poco interés. Ni siquiera debería decírtelo, deberías saberlo, deberías ser vos quien lo comprenda, debería nacerte sin haber leído esto. Pero no, vos jamás te movés de tu postura, sos puro orgullo, pura coraza, porque en el fondo sos mucho más débil que yo.
          Soy el tren que sólo pasa una vez, Cami. El tren cuya campana ya sonó. Y estás dejándome ir, ahí sentada en tu orgullo. Soy la vida que estás dejando ir segundo a segundo, alejándonos más y más, aumentando la distancia entre los dos. Soy el tren que sin vos no sabe a dónde ir... Pero que sabe que tiene que irse. ¿De verdad vas a dejarme ir? Me hace pedazos aceptarlo, pero así parece... Te cruzás de brazos, aunque ves que me voy. ¿Me estás perdiendo? Me estás perdiendo. Me estoy perdiendo sin vos. Soy la vida humana que basó su existencia en amarte, pero entiendo que eso no significa que también tengas que amarme vos. Soy el tren que descarriló muchas veces, pero que encontró nuevas vías en tu estación. Soy el tren que quería llevarte a las estrellas, pero tal vez no soy el tren que esperás vos.


          

No hay comentarios.:

Publicar un comentario