El primer día de mi vida sin vos

Lunes gris. Todo es lluvia, tristeza y dolor. No desayuné hoy, me faltó el ingrediente más importante: la compañía. El mate es mucho más amargo si se toma a solas. Te extraño tanto que siento que me arrancaron el pecho. Siento mi cuerpo vacío. No me levanté de la cama hoy, y probablemente no lo haga en lo que resta del día. Probablemente lo haga muy poco en lo que resta de la semana, en realidad. En cambio vos siempre fuiste independiente. Ya hiciste tus cosas y ya saliste a comprar lo que necesitabas para hoy, de hecho seguramente ahora mismo estés dando vueltas por el centro. Tal vez ni siquiera pienses en mí. Yo estoy dando vueltas en mi cama, y todo gira en torno a vos. No tengo nada que hacer, y no puedo volver a dormirme, por mucho que quiera hacerlo. Todo lo que tengo que hacer es aburrido y pesaroso. Yo quiero preparar el mate, preparar la ducha, dejarte la puerta abierta y esperarte. Esos son mis quehaceres diarios favoritos... Pero ahora mi rutina ya no va a ser igual. Simplemente me dedicaré a extrañarte, supongo. Dejándote ir de a poco, lentamente. Quizás dejarnos haya sido la mejor decisión para los dos. Yo te juro que trato de creerte, mi amor, lo intento... Pero no puedo. La prueba es muy contundente, y tus excusas son muy pobres. Aún así, trato de creerte todo lo que me digas, aunque lo que digas no tenga ni pies ni cabeza. Sólo vos sabés qué pasó. Yo no puedo saberlo, salvo que vos me lo digas. Todo lo que quiero es que vengas y me abraces, y si pasó... Que me digas que lo hiciste, sí, pero que fue un error y que no vas a volver a hacerlo. Ni siquiera haría falta que me pidas perdón. Con eso me bastaría para volver a vivir. Mientras tanto, acá estoy, muerto en vida. Porque definitivamente la vida no es vida sin vos.