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jueves, 20 de junio de 2013

No hay

      Tengo que despedirme de mi pesimismo como lo hizo Benedetti, o quizás deba encontrar aquello que ame y dejar que me mate, como me lo sugirió mi amigo Bukowski. Pero va a resultar algo difícil. Va a ser difícil porque nadie encuentra a nadie. Nunca nadie encuentra a nadie. Aunque hay veces que parece que sí. A Lore no sé si la encontré o ella me encontró a mí, o si nos encontramos o desencontramos. Pero la cosa es que no me mató, me dejó a medio matar. Moribundo. Devastado. Desecho (o más bien, hecho mierda). Y cuando pensé que iba a ahogarme en mi filofobia y morir al amor por fin, un barco vino a mi rescate y me tiró un salvavidas, dejando caer su ancla en mi presente. Maca me salvó, me levantó, ella resucitó lo que quedaba de mí. Y eso es algo que no logró ninguna iglesia ni ningún Dios. Ninguna droga, ninguna meditación. Ningún vicio, ni ningún instrumento, ni ninguna canción. Ningún libro, ninguna película, ninguna mentira. Y yo viví varias mentiras por varios tiempos. Más que mentiras, excusas. Como las que vivo hoy. Tengo personalidades múltiples y no sé cuál es "mi verdadero Yo", pero todos estos pretextos de algún lado tienen que salir. No me creas, soy simplemente un exagerado en busca de su identidad... o creeme, sí, pero no creas que eso me hace algo especial o me da alguna desventaja. Pero no me creas del todo, porque puede que esto también sólo sea una excusa. En fin, no hay más excusa para seguir escribiendo. Hoy no hay ni Lore ni Maca, ni Eli ni Juliana, ni Julieta ni Marinna, ni Antonella ni Camila, ni Noelia ni nadie. No hay amores reales, ni virtuales, ni especiales. No hay prohibidos ni imposibles. No hay no correspondidos. Hoy no sé cuál es el punto y aparte, no sé separar las cosas. Hoy todas ellas vuelan. Y amar es dejar volar.

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