Translate

sábado, 27 de junio de 2015

Por suerte y por desgracia

Puedo perdonarle que no quiera sentar su hermoso culo a jugar a los putos videojuegos conmigo, porque la recompensa por eso es que no usa ningún tipo de drogas de mierda, y nunca las usó. Puedo tolerar que lamentablemente no comprenda mi vegetarianismo y hasta que se ría de eso, y la excusa es que al menos ella no es una fanática de la cultura yanki, y hasta la detesta, y porque está completamente segura de que por nada en el puto mundo abandonaría este puto país. Puedo dejarle pasar el hecho de que no se interese por mi música de mierda o mi poesía barata, o mis dibujos sin vida, o cualquiera de mis putas cosas, porque a cambio de eso ella tampoco se interesa por causarme celos, y no necesita llamar la bendita atención de otra puta persona que no sea yo, y por suerte carece de esa puta necesidad de mierda de verse sexy, o de mostrar el puto escote públicamente, o las piernas, o lo que sea, y le importan más mis caprichos de mierda más infantiles que las putas cantidades de likes de lo que sea que publique en Instagram. De hecho no le importan ni los likes ni una mierda. Puedo perdonarle que no sea tan cursi y romántica como lo soy yo, porque a cambio de eso ella no responde a ningún otro hombre que no sea yo, e ignora por completo al resto, en chats y comentarios de toda red social, y no hay ningún tipo de terceros, ni exes, ni "amiguitos", ni ningún pelotudo que le caiga bien, ni tres carajos. Puedo perdonarle no ser el primer hombre en su vida, porque a cambio de eso, soy el segundo. Pero no hay terceros. ¿Y qué más da? Podría ser peor. Puedo tolerar que no se interese por aprender cosas nuevas, ni por recorrer nuevos lugares, ni por proyectar a futuro, ni por nada en particular, porque a cambio de eso ella no me atormenta con ideas sobre la puta transparencia que no tengo, que ningún pisciano tiene, que ningún Galíndez tiene, y porque le chupa tres huevos si la gente de mierda que tengo en facebook sabe si estoy en pareja o no. Puedo perdonarle que no sea tan atenta como otras personas sí lo son, o lo eran, porque la recompensa por eso es que ella es mejor, y porque está cerca. Puedo perdonarle que no sea Jessa por un único motivo, por una sola razón, y es justamente por eso: porque no es ella. No es Jessa y nunca lo va a ser. Por suerte y por desgracia. Pero por suerte y por desgracia, también, puedo perdonárselo pero, también, puedo agradecérselo. Lo que no puedo perdonarle, lamentablemente, es el hecho de que no exista. En eso no hay mucha diferencia entre las dos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario