Pobre de la gente que no ama, que no viaja, que no experimenta. La gente que nunca sale de su burbuja. La gente que tiene ventanas pero nunca mira hacia afuera. La gente que viaja en colectivo, o en tren, pero no se enamora de ningún extraño. La gente que se mancha las manos pero nunca con barro. Pobre de la gente que nunca siembra una semilla. Las personas que jamás en la vida dicen estupideces. Los que no se contradicen. Los que no cambian. Los que no cometen errores por miedo a fracasar.
Esa gente que usa zapatos caros con suelas que a cada paso despiden un sonido delicado al caminar, pero que (vaya a saber uno por qué) no patea piedras, ni pisa las hojas secas en otoño. Esos que sacan a pasear sus paraguas, y se pierden del placer de caminar abajo de la lluvia hasta empaparse. Pobres aquellos que ven una hamaca y no se mecen en ella, sólo porque ya no son niños. Pobres de los adultos que no alimentan a su niño interior. Pobre de la gente que no sale a perderse. Pobre de la gente que nunca se encuentra.
Y pobre de la gente que por andar escuchando otras cosas, nunca se para a escuchar la melodía de la brisa cuando se pasea atravesando las ramas, que es sin duda una de las orquestas naturales más maravillosas que existen. Pobre de la gente que no escucha la voz del viento. La gente que va todos los veranos a la playa, y nunca se sienta a escuchar la respiración del mar. O esa gente que puede ver y que aún así nunca se sienta a contemplar la luna ni las estrellas. Las personas que pueden hablar, pero que nunca dicen "te amo" ni "perdón".
Pobres los que critican a los otros, los que opinan destructivamente. Los que creen tener el derecho y la sabiduría como para andar juzgando a los demás. Pobre de la gente que cree ser el ombligo del mundo. Los que tienen espejos gigantes que no los dejan ver el mundo exterior. Pobres los interesados, los materialistas, los superficiales. Pobre la gente de alta gama, de vidas plásticas, de color dorado. Pobre de la gente que sólo se quiere a sí misma y que nunca comparte su tiempo con nadie. ¡Pobre de la gente que no sabe compartir!
Los que van cada Domingo a misa, y creen que eso los convierte en mejores personas. Los que van por la vida contándole al mundo cuán ateos son, y creen que eso los convierte en mejores personas. Pobre de la gente que no cree en nada. Pobres los superados. Pobres los fanáticos, y pobres los escépticos.
Pobres los que tienen sexo sin amor. Los que no maldicen ni dicen barbaridades. Los que no escupen hacia arriba. Los que nunca se emborracharon de vida. Los que nunca lloraron con una película. Los que nunca se estremecieron con una canción. Los que no comen chocolate porque hacen dieta, porque quieren estar a la altura del estereotipo de belleza de turno. Pobres de los que "se ven bien" por fuera, pero en realidad no se ven (ni se miran) por dentro. Esas personas que cantan, pero lo hacen sin pasión. Esos muñequitos que no desafinan, no erran, no bailan como locos. Pobre de la gente que vive sin pasión. Pobre gente.
Y ni hablar de los que no aprecian el arte, de la gente que no se expresa. La gente que no intenta. Los que no arriesgan. Los que se enamoran sólo una vez. Los que viven con miedo a vivir. Los que no viven y creen hacerlo sólo porque respiran. Pobres los que se encuentran perdidos en el pozo de la rutina. Los que tienen sueldos importantes y casas bonitas, autos caros y muchos bienes materiales, pero que, por alguna razón, todavía no son felices. Pobre de la gente que no vive de lo que ama. Pobre de la gente que no tiene sueños... ¡Pobres de los que no sueñan! Y pobres de los que tienen sueños, pero que por esas cosas de la vida, tienden a no luchar por ellos y, finalmente, abandonarlos. Pobre de la gente que se abandona a sí misma. Y pobre de mí, que sólo soy un idiota que cree tener razón.
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