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sábado, 6 de julio de 2013
Mejor no hablar de ciertas cosas
Mejor perderse, consumirse, emborracharse. Mejor salir a apostar los huevos y perder. Llevarme al mundo por delante, golpearme la cabeza contra la pared. Salir a buscar nada, a enfermar, a enloquecer. A llorar de locura, de vida, de risa, plenitud. Mejor mandar todo a la mierda y rezarle al diablo por que se mueran todos. Mejor mear en la puerta de la comisaría, y del estudio de abogados, y en la casa rosada, y donde quiera mear. Mejor matar al diablo y a Dios, de una vez por todas, y que no me jodan más la vida. Mejor negociar. Vendo personalidades, sobre todo la que se victimiza, el pesimista, el dominado, el falto de actitud, el de baja autoestima, el que no dice lo que siente ni hace lo que dice; el terrorista y el cobarde. Denme lo necesario para un trago. Vendo o permuto por un refugio, una salida, una burbuja que me mantenga inmerso en alguna mentira que me haga feliz. Mátenme y llévenme al cielo si es que existe, o denme la certeza de que así es o no. Pero ahórrenme toda esta duda, la puta costumbre de replantearme la vida todos los benditos días de mi existencia. Porque estoy esperando que algo pase, que alguien llegue a mí y me salve. El momento dorado que cambie mi vida. El milagro. Porque mientras tanto soy el idiota que sufrió demasiado y amó erradamente y en silencio y se odia y bla bla bla. El bueno de la peli, el que no lo merecía. Pero todo es un juego, una mentira de mierda. Porque seguramente algún personaje de televisión me vendió el buzón de que los pobrecitos garpan más. Y como un boludo, lo compré. Mejor entonces volarle la cabeza a todos los chantas que te cagan en los negocios, y a todos los que escriben mentiras que nos hacen soñar como pelotudos y nos colocan en un lugar equivocado de la historia. Mejor volar todos los estudios de TV y disparar un misil a cada satélite, a cada estudio de cine, cada casa de gobierno, a cada monumento histórico, a cada iglesia en el mundo. Mejor incendiar toda bandera, toda división. Mejor no hacer tanto quilombo. Mejor sentarse a escribir boludeces en pelotas. Podría hacer todo ésto posiblemente, pero no sería lo mejor. Mejor decir la verdad: te odio por no quererme como yo te quiero a vos.
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